Rodolfo Montes de
Oca
Las industrias de la mercadotecnia y la publicidad han
exprimido hasta lo inimaginable la supuesta existencia de una profecía maya
sobre el fin del mundo, profecía que debió cumplirse en el 2012. Pero ¿qué tan
verídico es ese vaticinio? ¿Es cierto que los mayas y los mexicas predijeron
nuestro fin? ¿Cómo es posible que una civilización vaticine el fin de otra?
Estas preguntas, que parecen albergan un gran misterio, es
un axioma que solo responden a una constante de la humanidad, que se basa en el
perpetuo colapso de las mega-estructuras urbanísticas y de desarrollo que ha
experimentado el hombre desde hace 2000 años. El historiador británico Arnold
J. Toynbee en su Magnus Opus “Estudio de
la historia” determina de una forma sistemática el colapso de 21 sociedades
complejas en el mundo, desde los sumerios hasta los mayas, todas las grandes
sociedades sedentarias han experimentaron el colapso social y la nuestra no
será la excepción.
¿A las puertas de un
nuevo colapso?
Los historiadores
mesoamericanos han llegado a la conclusión de que los centros mayas más
avanzados en las tierras bajas del sur de Centroamérica entraron en un proceso
de declive durante los siglos VIII y IX. En términos arqueológicos, este
descenso fue indicado por el cese de las inscripciones en los monumentos y una
reducción de obras de construcción de arquitectura a gran escala. Durante una
breve investigación se identificaron unas 88 teorías, que intentan explicar el
colapso maya del periodo clásico; sin embargo dos de esas teorías son las que
nos interesa para nuestra perspectiva antiautoritaria que son la de la revuelta
social y la del derrumbe del sistema ecológico.
De acuerdo con la
evidencia arqueológica, las obras de construcción y de expansión de los mayas
estaban en su apogeo a partir del 730 al 790 DC., con constantes ampliaciones y
obras de construcción sin ningún tipo de máquinas o herramientas para ayudarlos
en estas obras. Durante este mismo período aparecieron señales que presagiaban
el colapso de la civilización maya. La mayor parte de la carga del trabajo
pesaba sobre los trabajadores campesinos en ciudades tales como Tikal y Copán,
donde se realizaron proyectos de construcción aparentemente interminables,
construyendo grandes templos faraónicos y campos de juegos de pelota.
Una teoría apoyada
por J. Eric S. Thompson atribuye el colapso maya a una revolución por parte de
las clases sociales bajas de la sociedad maya. De acuerdo con esta línea de
pensamiento, mientras la vida se hizo más difícil, se inició el proceso de “socavar el desarrollo religioso y la empresa
colectiva de la gente común”. El aumento de la carga de trabajo puede haber
provocado la población a abandonar sus valores tradicionales y a rebelarse
contra la élite de la sociedad, específicamente contra los
sacerdotes-gobernantes, ya que se creía que los mayas eran teocráticos y por lo
tanto gobernados por sacerdotes.
Esto podría ayudar
a explicar el colapso abrupto de las funciones de élite, así como los edificios
y centros ceremoniales que quedaron sin terminar. Como el colapso de diferentes
ciudades se produjo en diversas ocasiones, se cree que las revueltas de los
distintos grupos fueron parte de una serie de acciones no-planificadas e
impulsivas. En la ciudad de Piedras Negras, por ejemplo, parece que hubo algún
tipo de violencia durante este período considerando que hubo incendios en
varios edificios de palacios y que un trono quedó destruido.[1]
Desde la otra
perspectiva tenemos algunas teorías ecológicas del declive maya, enfocándose en
el agotamiento de recursos y el deterioro de las condiciones agrícolas en el
Clásico Tardío. Originalmente se pensaba que la mayor parte de la agricultura
maya dependía del sencillo sistema de tala y quema. Con base en este método
agrícola, Orator F. Cook propuso en 1921 la hipótesis del agotamiento de los
suelos para explicar el colapso maya. Esta hipótesis del agotamiento de la tierra
está asociada con la erosión, la agricultura intensiva y la competencia de
pastos de sabana.
Sin embargo,
estudios recientes han demostrado que los mayas utilizaron una compleja
variedad de técnicas agrícolas intensivas, explicando la alta población de las
ciudades-estado mayas en el periodo Clásico. Los arqueólogos modernos ahora
reconocen las sofisticadas y productivas técnicas de la agricultura intensiva
practicada por los antiguos mayas, y varios de los métodos agrícolas mayas aún
no han sido reproducidos. Los métodos de agricultura intensiva fueron
desarrollados por todas las culturas mesoamericanas para aumentar su producción
de alimentos y darles una ventaja competitiva sobre los pueblos menos hábiles.[2]
Estos métodos de
agricultura intensiva incluían canales, terrazas, camellones, chinampas, el uso
de heces humanas como fertilizante, pantanos estacionales o bajos, usando lodo
de los bajos para crear campos fértiles, diques, presas, sistemas de riego,
depósitos de agua, varios tipos de sistemas de almacenamiento de agua, sistemas
hidráulicos, sistemas de recuperación de tierra pantanosa, agricultura
itinerante, y otras técnicas agrícolas que aún no han sido plenamente
comprendidas.[3] La
evidencia propuesta para el colapso ecológico sistémico incluye la
deforestación, la sedimentación y la disminución de la diversidad biológica.
El sedentarismo
también permite una abultada expansión de la población de la sociedad y de sus
instituciones sociales. El comercio a largas distancias, la domesticación de la
flora y la fauna, el incremento de la especialización de las tareas así como la
estratificación de la sociedad son los atributos más prominentes de una
sociedad sedentaria. Este tipo de sociedades, por el contrario de las nómadas
cazadoras-recolectoras, no se encuentran auto-limitadas y a menudo desembocan
en la sobre-utilización y dominación del territorio en el cual están asentadas.
A medida que la población crece, el rendimiento decreciente de varios
suministros alimentarios comienza a amenazar la complejidad social.
Como los mayas,
otras civilizaciones americanas han conocido el colapso social ligadas a menudo
al sedentarismo; es decir que las organizaciones sociales sedentarias
ocasionalmente alcanzan el agotamiento de importantes recursos no renovables o
de lenta renovación (en la mayoría de los casos), lo que lleva inexorablemente
a la rebelión de las poblaciones explotadas.
Cuando leemos todo
esto y nos retrotraemos al presente, encontramos una similitud entre el modelo
de desarrollo del mexicano moderno y la sociedad maya basadas en las políticas
de depredación ambiental y trabajo forzado, pero añadiendo el extractivismo energético, el comercio desigual
con el norte y la liberalización de le economía. Todo esto
amparado bajo la figura de dirigentes, sacerdotes y “guerreros” a sueldo.
Abonando el terreno para el
cambio radical
En 1989 el
ingeniero y tecnócrata Richard Duncan publicó un trabajo llamado “La teoría de pulso-transitorio de la
civilización industrial”[4],
que más tarde, en el año 1996, renombraría como "La Teoría de Olduvai: ir
cayendo hacia una era post-industrial de la edad de piedra", donde adoptó
el término “Teoría de Olduvai”
inspirándose en el sitio arqueológico llamado la Garganta de Olduvai.[5]
La teoría de
Olduvai establece que la civilización industrial actual tendría una duración
máxima de cien años, contados a partir de 1930 hasta 2030. Iniciando la
transición en el año 2007 cuando la producción mundial de energía per cápita
empezaría a disminuir hacia debido a un descenso de las tasas de extracción de
combustibles fósiles por agotamiento al mismo tiempo que crece la demanda por
el aumento de la población. Esto causaría un colapso social y económico
catastrófico en los años siguientes y poco a poco la humanidad iría a niveles
de civilización comparables a otros anteriormente vividos, culminando dentro de
unos mil años (3000 d. C.) en una cultura basada en la caza, tal y como existía
en la Tierra hace tres millones de años, cuando se desarrolló la industria
olduvayense de la prehistoria africana; de ahí el nombre de esta teoría.
¿Pero es necesario
esperar el eminente colapso del mundo occidental para empezar a vivir el
nuestro?, no lo creo, hoy en día existen múltiples formas de llevar nuestra
resistencia como jaguares en la urbe, como es el decrecimiento voluntario, la
guerrilla gardening, el uso alternativo de los desechos, la construcción de
espacio, despacio pero sin pausa, la consolidación de la afinidad con nuestros
compañeros, la masificación de redes de contra-economía, los medios ecológicos
de trasporte, la acción directa cotidiana, comunalismo con los nuestros y
ejercicio ético de la “tomo del montón”,
la negación siempre de los cabecillas, mandones y demás malandrines
prepotentes, en fin… los medios siempre están, solo basta que retomemos a una
vida más sencilla de coexistencia horizontal.
Un factor
importante de este proceder en las vísperas del colapso, es acercase a los remanentes
de los pueblos originarios que supieron sortear el hundimiento del imperio maya
y que hoy se llaman Tzeltal, Tzotzil, Tojolobal, Mame, entre otros; cuyo carácter
levantisco siempre ha estado presente en la historia nacional y que no solo ha
perdurado en el tiempo al peor genocidio de la historia que represento la
colonización anglo-ibérica del extenso territorio de las Américas, sino la
propia construcción republicana de las castas mexicanas.
El presente es
turbio, por ello hay que volver al pasado y retornar el camino a casa, el colapso
de la civilización occidental es eminente y la Venezuela rentista no será la
excepción; por eso debemos hacer peso mancomunado para ir allanando el sendero
hacia la construcción antiautoritaria de una existencia más humana, libre e
igualitaria.
[2] Dunning, Nicholas, Sheryl
Luzzadder-Beach, Timothy Beach, John G. Jones, Vernon Scarborough, and T.
Patrick Culbert (2002). Arising from the Bajos: The Evolution of a Neotropical
Landscape and the Rise of Maya Civilization. Annals of the Association of
American Geographers (Washington, DC: Blackwell Publishing) pp. 267–283.
[3] Demarest, Arthur (2004). Ancient Maya: The Rise
and Fall of a Rainforest Civilization. Case Studies in Early Societies, No. 3.
Cambridge: Cambridge University Press
[4] Duncan, Richard (1989).
Evolution, technology, and the natural environment: A unified theory of human
history. Proceedings of the Annual Meeting, American Society of Engineering
Educators: Science, Technology, & Society.
[5] Duncan, Richard (1996). The
Olduvai Theory:Sliding Towards a Post-Industrial Stone Age www.dieoff.org.
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