A lxs que no tienen voz, miles de niñxs mueren por desnutrición, a lxs que engrosan listas de estadísticas de muerte por falta de alimentos y atención sanitaria. A esxs niñxs lejanos de piel de África; de Somalia, Etiopía, Kenia y Djibouti. A todxs lxs que no tienen nada que comer, no llueve desde abril y la cosechas se han perdido junto con el ganado que no tiene nada que comer tampoco, porque sufren la sequía alimentaria impuesta por la condiciones climatológicas y por sus respectivos gobiernos.
A estas personas con la piel pegada al hueso, no porque vivan en un campo de concentración sino porque viven en el olvido de sus gobernantes y de las demás naciones occidentales.
La voz de estas personas es tan frágil (sufren la peor sequía de los últimos 60 años) que no llega tan siquiera a la ONU, aquella Organización de Naciones Unidas que solo unen sus fuerzas para dilucidar el comienzo de una guerra y para teorizar sobre la realidad en políticas humanitarias sin aplicarlas realmente a su debido tiempo. Porque así dan sentido a la propia existencia de la Organización, crean listas, estadísticas, hacen llamamientos de alarma pero sin crear ninguna verdadera alarma sobre el terreno en el cual habría que trabajar para hacer de los campos infértiles, ahora llenos de muerte por la sequía ambiental, campos fértiles con la ayuda de todas las naciones que conforman la ONU, 193 Estados miembros.
Derecho a la vida, artículo tercero de la denominada Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo pasado por alto en tantas ocasiones que incluso está normalizada su falta de aplicación e ignorada su repercusión social y política.
Más de 12 millones de personas están sufriendo la falta de alimentos. ¿Qué han estado haciendo lo órganos adjuntos a la ONU como la FAO, Organización para la alimentación y la agricultura (Food and Agriculture Organization), que precisamente han de prevenir y paliar la causas de las hambrunas? Sí claro, todxs recordamos que últimamente han elegido nuevo presidente –uno de los candidatos era el ex ministro de asuntos exteriores del estado español, el señor Moratinos, que finalmente no consiguió el cargo.
Ya tarde han pedido 120 millones de dólares a EEUU (70 millones para Somalia y 50 millones para Etiopía, Kenia Djibouti y Uganda) para responder a la sequía en el cuerno de África con ayuda agrícola de emergencia.
¿Qué ha hecho la Agencia de la ONU para los Refugiados? La llamada ACNUR, ya tarde y sin previsión repartió 2.500 paquetes con ayuda de emergencia para lxs desplazadxs internxs, al suroeste de Mogadiscio. Kenia ha recibido a más de 100.000 somalíes en lo que va de año, y Etiopía 78.000. ACNUR tiene 660 trabajadores/as en el terreno, con lo cual no dan abasto, y tienen previsto (ahora sí) repartir 7.500 paquetes de ayuda de emergencia en las próximas semanas.
Tras la desastrosa gestión de la ONU ante este tipo de crisis humanitarias, ¿a quién hemos de pedir responsabilidades? ¿A las milicias islamistas que desde 2010 controlan el centro y el sur de Somalia prohibiendo la entrada de alimentos procedentes de ayuda humanitaria? ¿Al mismo gobierno de Somalia, incompetente e inútil que no sabe aplicar políticas alimentarias previsiblemente en un país con semejantes precedentes? ¿O directamente a nuestros gobiernos, que gracias al juego especulativo alimenticio los precios han subido de su base en un 230% en estos países, dando lugar a que miles y cientos de miles de familias no puedan comer ni siquiera una vez al día?
A nadie le importan estas noticias que quedan al margen izquierdo de la prensa y en medio minuto en los noticiarios. A nadie le importa que mueran de hambre niñxs, hombres y mujeres que su único delito fue, es y seguirá siendo, ser pobres y pertenecer a la raza de los olvidados.
Y si es así el nivel de humanidad que tienen nuestras sociedades civilizadas, es así también la tremenda ignorancia que circunda a las sociedades occidentales. Sin solidaridad no hay comunicación entre las personas y los pueblos que sufren la barbarie de los mercados y la ignorancia de los gobiernos. Sin solidaridad no hay puentes entre naciones que quieren ser libres y pertenecer al exquisito grupo de los pueblos liberados de la opresión de sus gobiernos y de las cadenas de clase que les oprimen. Sin solidaridad no hay naciones unidas, ni acuerdos demográficos ni pactos económicos.
Y es aquí donde encontramos y donde somos internacionalistas, dando voz a los que no la tienen, levantando la dignidad de los muertos, recordando valientemente la historia que nos precede a lxs oprimidxs por igual, pero que en otros países el castigo es aún mayor. El castigo de ser pobre en estos países se paga con la propia vida. En los países occidentales lo pagamos con la exclusión social, la falta de trabajo, la humillación diaria de los gobiernos que nos castigan a ser pobres y esclavos de los bancos y a la falta de libertades y derechos realizados.
Siendo internacionalistas, pero sobre todo humanxs, esperamos que esta tierra sea compartida generosamente con todas las personas que realmente la necesitan y aman y quieren hacer de ella un lugar digno donde vivir. Unimos nuestra voz a lxs que sufren y mueren de hambre. Vuestro dolor es compartido y madurado, y más temprano que tarde vuestra voz y la nuestra será escuchada, tomada en serio y derribará más de un imperio y más de dos gobiernos. Por todxs lxs que mueren de hambre: ¡Solidaridad y lucha, compañerxs!
Texto Extraido del Portal Libertario Oaca
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