Este primero de mayo hay muy poco para celebrar y mucho por lo cual combatir. Más de 2200 dirigentes de base están imputados por protestar, de los cuales tenemos el ejemplo de 14 sindicalistas de Trasportes Camila en Sidor. El encarcelamiento de Rubén González de Fetraminera y el cacique Sabino Romero. 131 sindicalistas muertos desde 2005 convirtiéndose en la tercera actividad más riesgosa en el país después del periodismo. La fomentación del lumpenproletariado a través del subempleo de las Misiones sociales. El paulatino desmantelamiento del aparato productivo nacional. El incremento de los impuestos que solo sirven para financiar los espectáculos personalistas.
El aumento salarial del 40% retroactivo a los militares, los mismos que no dudaron en apalear a los trabajadores de Sanitarios Maracay o de Sidor, mientras los demás subsistimos con salario mínimo y una canasta básica alimentaría que se nos va de las manos.
La consolidación de mafias sindicales que subcontratan empleados y cobran alcabalas por puestos de trabajo. El inmovilismo y franca concertación de las centrales sindicales gobierneras y de aquellas que solo buscan volver a sus años dorados de renta petrolera.
El secuestro de una fecha histórica, por el principal patrono que es el Estado Venezolano o por la patronal criolla es simplemente una burla para aquellos que ofrendaron su vida en la horca por mejoras salariales.
A 124 años de los Sucesos de Chicago un joven en el hemisferio sur, no deja de sentir repulsas y ganas de cambiar las cosas. Este año con escasos 25 años y con toda una jornada laboral y de vivencias por delante, no salgo ni a marchar, ni a bailar ni a tomar. Me quedo con un amargo sabor entre los labios y la arrechera en el pecho.
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